Octubre 2022
Árboles en el valle de Liébana · Cantabria, España. 2017
Gelatina de plata, 26x26 cm · Edición limitada a 30 copias
Al igual que el escritor se bloquea ante la página en blanco, el fotógrafo se enfrenta a veces a un paisaje también en blanco. En demasiadas ocasiones, los kilómetros recorridos y el cansancio acumulado en el camino, se vuelven infructuosos ante una luz anodina y simple, bajo la cual el ojo no es capaz de encuadrar nada interesante a través del visor. En ese momento, toda la técnica aprendida y nuestra visión fotográfica quedan a merced del capricho de la meteorología.
Pero en unas pocas ocasiones, tras horas deambulando de un lado a otro, o sentado sobre una piedra, de pronto, la mirada se fija en algo nuevo y oculto hasta entonces. Ahora la escena llena el encuadre, enfocamos, medimos y disparamos. Quizás solo fue suerte y la luz cambió al atravesar las nubes, jugando con la corteza de esos árboles. Quizás la paciencia permitió que la mirada ganara experiencia. Quizás fue un poco de las dos cosas.
Hay que mantener a punto la paciencia como si de otra herramienta del equipo se tratara, tan importante como la propia cámara.
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